Descripción
Durante su confinamiento en Constantinopla y Adrianópolis (1863-1868), Bahá’u’lláh se dirigió a los más poderosos reyes, gobernantes y eclesiásticos del mundo para anunciarles el alba del nuevo Día de Dios, y les urgió a levantarse y servir al proceso de unificación de la raza humana. Bahá’u’lláh les invitó a colaborar en la realización de lo que llamó la Paz Más Grande, un orden mundial caracterizado por la unidad y animado por la justicia divina. El llamamiento no provocó ninguna respuesta por parte de los gobernantes del siglo XIX, pero el Plan de Dios sigue en marcha.