Descripción
“La fuente de todo bien es la confianza en Dios, sumisión a Sus mandatos y complacencia con Su santa Voluntad y agrado. La fuente de toda gloria es aceptar todo aquello que el Señor ha conferido y contentarse con lo que Dios ha ordenado. La fuente del valor y del poder es la promoción de la Palabra de Dios y la constancia en Su Amor”.